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NO MUERE QUÍEN NO SE OLVIDA.png

Ilustración y composición realizada por Aguante con archivo fotográfico extraído de: PACIFISTA!

AGUANTE

30.04.2021

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Como en una lucha inalcanzable, a Nicolás David Neira Álvarez, quien tenía la vida de un lector voraz, le arrancaron a pedazos las páginas de su libro en la calle 18 con carrera Séptima, en Bogotá. El día primero de mayo del año 2005, apagaron la voz de aquel cantante reconocido entre los estudiantes de noveno grado del Liceo Hermano Miguel de la Salle, este siempre se destacó por revisar, aprender y aplicar todo lo que pasaba por sus manos. Durante la movilización del Día Internacional del Trabajo se empezó a difundir por los principales medios tradicionales de Colombia la muerte del niño Nicolás Neira de 15 años. Luego del hermetismo de la familia y las pocas declaraciones del Estado, lo último que trascendió respondía a un asesinato a mano de los integrantes del Escuadrón Móvil Antidisturbios, Esmad. 

 

Las investigaciones demostraron que la víctima de este asesinato era Nicolás  Neira.  Para  este  joven  la literatura fue una de sus grandes pasiones, lo que lo llevó a encontrarse con unos amigos para comprar

libros en la carrera Séptima con calle 18  el primero de mayo de 2005, allí se toparon con la gran represión de la marcha del Día del Trabajo a la que asistieron campesinos, estudiantes, sindicalistas, desempleados y activistas de los derechos humanos, cuando vio esta marcha y compartió las mismas necesidades de los manifestantes, no dudó en dejarse tentar por las arengas que retumbaban en el lugar.

 

Él junto con los demás marchantes fueron sorprendidos por una espesa capa de humo que cubrió la multitud, en ese momento, los miles de colombianos que marchaban para exigir garantías laborales se dispersaron con el anhelo de encontrar aire puro, después de recibir aquellos gases lacrimógenos que atacaron a los manifestantes, lo que hizo que algunos lloraran por el químico y otros lo hicieran al no soportar la situación que ocurría frente a sus ojos, estos no  aguantaban el abuso de autoridad propiciado por los diferentes agentes quienes propinaban patadas y golpes con bastones a los manifestantes. El lamento esa vez, era cuestión de sentimiento, de una tristeza inexplicable.

 

Nicolás Neira no fue ajeno a las agresiones, cayó inconsciente debido a sus problemas de asma y los múltiples golpes propiciados por ocho agentes de esta institución. Producto de la negligencia de los uniformados, los participantes de la marcha lo trasladaron al Centro de Atención Médica Inmediata (CAMI), de La Perseverancia, allí pudo recibir los primeros auxilios. Sin embargo y ante la gravedad del caso, tuvo que ser trasladado a la Clínica Jorge Piñeros Corpas, en donde recibió como diagnóstico médico  una fractura en el cráneo, de 26 centímetros, que atravesó desde su nuca hasta su sien, una hemorragia interna y múltiples hematomas en el cuerpo, lo que ocasionó su muerte en la sala de cuidados intensivos, después de cinco días de incertidumbre.

 

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Ante este panorama, Yuri Neira, quien tuvo el oscuro presentimiento de que su hijo no iba a regresar a casa después de las graves lesiones, se prometió desde el primer momento: “Que no descansaría hasta encontrar los responsables y hacer justicia por su hijo”, afirmó Neira.

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Aunque el padre de Nicolás, Yuri Neira, pensaba que todo estaba en su contra, debido a que se iba a meter en un campo de batalla con el Estado, encontró refugio en el abogado Pedro Mahecha, quien fue director del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo y actualmente magistrado de la JEP (Jurisdicción Especial de Paz). Este profesional se encargó de asesorarlo, escucharlo y defenderlo en las primeras audiencias que tenían como objetivo principal, demostrar que el caso de Nicolás David Neira no había sido un accidente, ni un evento fortuito, como lo quisieron argumentar las autoridades competentes, sino que la realidad del caso es que este había sido víctima de un homicidio por parte del Esmad.

 

Las versiones de los agentes que se vieron involucrados en esta acusación giraban en torno a la orden que recibieron el 10 de mayo de 2005 del capitán de la policía Julio César Torrijos, en el segundo piso de la sede del Escuadrón Antidisturbios. Allí se encargó de tergiversar el caso y acomodar las versiones de lo que sus subalternos debían decir ante los jueces, abogados, investigadores y a todos aquellos que estuvieran interesados en conocer más sobre el caso de Nicolás Neira, sobre todo en los Estrados Judiciales. Es importante destacar que la información expuesta en este párrafo aparece en los folios de investigación que cursa en Las2Orillas. 

El argumento que el capitán le instruyó a sus agentes era el siguiente: “Nicolás se había tropezado, mientras corría por la Séptima y había muerto al golpearse con un bolardo”, según lo informó Las2Orillas en el artículo: La historia de Nicolás Neira, otro joven asesinado por el Esmad, publicado el 27 de noviembre del año 2019. Las2Orillas, es periodismo independiente, digital, regional y ciudadano que se encarga de darle la palabra a la ciudadanía con el objetivo de publicar de primera mano, las historias, imágenes y vivencias. 

Aunque este caso tiene una serie de investigaciones exhaustivas realizadas por Yuri Neira, con  el objetivo de conservar la fidelidad en los hechos, los agentes involucrados en el asesinato de  Nicolás Neira, negaron su presencia en el lugar. Ante esta afirmación, Yuri Neira expone que el 7 de mayo de 2005: “El Estado emitió una serie de comunicados especulativos sobre lo que había sucedido con Nicolás, entre ellos se expresó que, los golpes que recibió Nicolás fueron propiciados por un grupo de ‘metaleros o punkeros’ que se encontraban practicando pogo en el lugar”.

 

Adicionalmente, Yuri Neira afirmó que otra de las declaraciones que se sustentó era que: “Nicolás había caído sobre su propia altura, lo que provocó el trauma craneoencefálico que ocasionó su muerte”, una declaración que se aferra a una de las primeras versiones dadas por el Estado. Sin embargo y ante el rigor del trasfondo de esta historia, el material visual y los testimonios de los manifestantes permitieron esclarecer la presencia del Esmad en el lugar, en el sitio del asesinato y relataron la evidente agresión que propinaron a quienes se encontraban en ese punto de  la ciudad de Bogotá.

Ante las constantes dudas e insistencias de Yuri Neira y Pedro Mahecha, Medicina Legal confirmó que: “Nicolás había fallecido por un contundente golpe en la cabeza. Una herida de 26 centímetros, más los golpes con que rompieron las costillas, el omoplato y un riñón, demostraban que no había sido un simple accidente.”

La persecución continuaba y la represión no acababa. Algunas amenazas intentaron llevarse por delante a los únicos individuos que esperaban hacer justicia en nombre de Nicolás. Estos fueron sometidos a amenazas que se hacían cada vez más recurrentes a medida que Yuri Neira descubría más pruebas sobre el caso.

Los panfletos que aparecían diariamente en la casa de la familia Neira y las llamadas que recibían, hicieron que Yuri perdiera la cuenta de las represiones, intimidaciones, allanamientos y aquellas torturas emitidas por la Policía Nacional de Colombia cuando este fue detenido.

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Yuri Neira habla de lo que pasó con Uribe en la U. Javeriana
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Video extraído de YouTube: realidaddolombia

El padre de Nicolás Neira tomó la decisión de irse del país cuando con ojos justicieros evidenció la muerte a unos centímetros de la puerta de su casa. A partir de ese momento comprendió que si quería resistir y persistir ante los procesos judiciales de su hijo y no ser silenciado definitivamente, debía hacerlo fuera de Colombia.

La confusión que le salvó la vida a Yuri tras ser amenazado en varias ocasiones por motivos de censura
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La Procuraduría General de la Nación inició una investigación disciplinaria en contra de los oficiales: el capitán Julio César Torrijos y el subteniente Édgar Fontal Cornejo, quienes estaban a cargo de lo que sucediera ese día con la manifestación. Desde ese momento la investigación quedó archivada en segunda instancia en abril de 2010. Ante este panorama de impunidad, el caso fue puesto en conocimiento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y expuesto por los abogados defensores de la familia Neira. 

 

Otro rasgo importante de esta extensa y ardua investigación es que en un primer momento pasó a manos de un juez penal militar con la justificación de que no era una violación de derechos humanos. Sin embargo, después de darse una odisea jurídica se expuso que sí lo fue. A partir de ese momento, la Fiscalía General de la Nación tomó las riendas de la investigación al reconocer una evidente violación a los derechos humanos.

 

En abril de 2011, Yuri Neira tuvo un primer acercamiento de ‘esperanza’ cuando el Juzgado 37 Administrativo de Bogotá falló y ordenó al Ministerio de Defensa, a la Policía Nacional y al Esmad pagar como indemnización más de $160.000.000 millones de pesos a todos los familiares de la víctima. El padre de Neira rechazó el dinero, porque aseguró que: “La decisión hace gala a la impunidad y esa no es una sanción simbólica y ejemplarizante para dignificar el homicidio de mi hijo.”

 

Todo esto parece confirmar que el caso empieza a tomar un rumbo diferente cuando el capitán Torrijos, quien había sido ascendido a mayor y dirigía la Dijin en el Caquetá, fue capturado en 2017, cuando fue encontrado con un cargamento de 103 kilogramos de cocaína. Al verse atado y con la soga al cuello buscó la reducción de su pena a través del relato de verdad sobre el otro proceso que cursaba en su contra: la muerte de Nicolás Neira. Es allí cuando Torrijos señala al agente Néstor Julio Rodríguez Rúa como el actor responsable que disparó contra el joven de 15 años. En la declaración de los hechos este esclarece que:

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“Nunca se cayó, nunca fue empujado por un grupo de manifestantes, el agente Rodríguez rúa había disparado un gas lacrimógeno directo hacia su cabeza. La herida de 26 centímetros no se la causó un bolardo, sino una recalzada, cápsula de gas reutilizada que habría estado llena de canicas o balines, pues el humo del gas nunca salió, como lo confirmaron varios testigos”, aseguró Torrijos.

Adicionalmente, el excapitán confirmó que quiso tergiversar la versión de los hechos al ejercer presión sobre los otros agentes que tenía en su mando en el año 2005, aunque cabe mencionar que, este afirmó que la orden inmediata había sido dada por el capitán Fabián Mauricio Infante Pinzón, quien en esos momentos se encargó de liderar el operativo el primero de mayo de 2005. Esta versión de los hechos fue confirmada por el oficial Héctor Cubides, quien también se encontraba en la marcha y observó cuando murió Nicolás.

En una entrevista que realizó Noticias Uno, Cubides aseguró que: “Rodríguez Rúa tenía su arma cargada con una recalzada, la misma que acabó con la vida de Nicolás, y vio el momento justo cuando su compañero disparó.”

En mayo de 2019 se anunció que el agente Néstor Julio Rodríguez Rúa llegó a un preacuerdo con la Fiscalía en el que aceptó haber disparado contra Nicolás. De manera puntual este acuerdo había sido pactado en secreto y Yuri Neira no fue informado con anticipación. No obstante, la Corte Suprema de Justicia retiró este acuerdo con la justificación de que la Fiscalía no podía hacer una rebaja de pena, ni hacer modificaciones en los cargos que se le imputaron al agente Rúa, puesto que Nicolás era menor de edad. Pese a que Yuri ya se había radicado en España, decidió regresar a Colombia con el objetivo de escuchar el perdón de Rodríguez Rúa, asunto que nunca sucedió.

En la actualidad, el juicio en contra de Rodríguez Rúa empieza a circular nuevamente, allí se presenta la ruta de investigación y las pruebas que se iban a implementar, a pesar de que el joven murió hace 16 años. Como resultado de esta larga y ardua investigación, el lunes 25 de enero de 2021 se conoció que un juez penal avaló los elementos probatorios y argumentos presentados por la Fiscalía General de la Nación, en donde se emitió el fallo condenatorio contra Néstor Julio Rodríguez Rúa, quien había sido el patrullero que disparó el gaseador o truflay que le causó la muerte al menor de edad. En este proceso de investigación, un fiscal de la Dirección Especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos afirmó que el policía había disparado sin orden previa de sus superiores.

Adicionalmente el padre de Neira indicó que: “Los peritajes de balística y los dictámenes médico-forenses evidenciaron que el uniformado desconoció los protocolos de uso dispuestos para este tipo de artefactos, y lo disparó de forma lineal y directa contra la multitud, lo que ocasionó la herida al menor y le causó la muerte.”

El relato invita a la reflexión de lo único que reclama la familia de Neira: justicia, verdad y reparación integral. Yuri día a día intenta demostrar que las acciones del Esmad no son ajenas, sino sistemáticas y esto puede ser evidenciado con la mancha roja que tiñe a las calles cuando se reclaman los derechos fundamentales del individuo.

Así pues, Nicolás Neira perdurará en los corazones de todos los bogotanos y de su padre, Yuri Neira, quien nunca ha perdido la ilusión de hacer justicia. La lucha sigue, por lo pronto, unos sentidos homenajes se rinden a Nicolás David Neira, como lo que sucedió en la Carrera Séptima en La Candelaria de La Fría Atenas Suramericana, la cual adoptó el nombre del joven como una evidente muestra de resistencia de la realidad del país. Esta historia sin duda ha marcado un hito en Colombia, debido a que las víctimas de este relato no descansarán del todo hasta que se reconozca que estos actos han venido quedando impunes con el transcurrir del tiempo.

Para el día de la publicación de este reportaje Yuri Neira informa QUE A Néstor SE LE CONDENÓ a 17 años de prisión. Neira manifiesta que es un avance, sin embargo recalca que es una 'verdad a medias', debido a que protestaron ante este fallo condenatorio. Como resultado de lo mencionado anteriormente, se tendrá que esperar un año para ver qué pasa con este proceso, por el momento, Rodríguez: “Ni entra a la cárcel ni se le cuenta la pena”, afirma el papá de Nicolás.

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