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Ilustración y composición realizada por Aguante con archivo fotográfico extraído de: Ana Benilda Ángel

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AGUANTE

04.06.2021

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Archivo sonoro extraído de: CARACOL Radio  (08/03/2012)

Óscar Leandro Salas Ángel a los ojos de su madre, Ana Benilda Ángel, fue un joven tierno, cariñoso y amable que unía por completo a la familia y siempre estaba dispuesto a reclamar sus derechos en las movilizaciones sociales, así como lo hizo quince años atrás. El 12 de marzo del 2006, recibió el impacto de un proyectil metálico en la cabeza que acabó con su vida y desencadenó gritos y llanto entre los manifestantes que se encontraban en la calle 45 con carrera 30 de Bogotá a las afueras de la Universidad Nacional. Entre el humo de los gases lacrimógenos y el caos de la ciudad, un agente del Esmad cuya identidad está protegida, presenció los hechos que devastaron el corazón de Ana Benilda.

 

El 29 de enero de 2009 salió a la luz el testigo que describió los hechos del día en que murió Óscar Leandro, este hombre plasmó en papel las fotografías impresas de cada uno de los patrulleros del Esmad implicados en los hechos y la descripción de su participación en una entrevista con el medio de comunicación independiente Notiagen. Sin embargo, aún con un testimonio contundente y los nombres en la mesa, Ana Benilda aseguró que el caso quedó engavetado en el rincón de una vieja mesa de la Fiscalía Novena de la capital del país.

Archivo extraído de: notiagen

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Estos hechos fueron presentados ante la Fiscalía Novena. Por su parte, Ana Benilda informó que al tomar una llamada de sobre el caso la respuesta la catalogó como 'desagradable', pues se le comunicó que su hijo realmente se había suicidado. Según la Fiscalía, Óscar cargaba con él una papa bomba que explotó en sus manos, luego de caer al suelo en medio de los disturbios, a este se le estigmatizó como un 'encapuchado' enviado de la Universidad Nacional a promover la delincuencia y los actos vandálicos durante las movilizaciones sociales. Declaración con la cual se cerró el caso y motivó a Ana Benilda a resistir y aguantar en la búsqueda de la verdad y justicia para su hijo.

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Un día soleado del mes de marzo, Ana Benilda busca desesperadamente la manera de ser escuchada por la Fiscalía General de la Nación, acompañada de personas que luchan en pro de la verdad y justicia decide rodear su cintura por una cadena tan larga que une a siete personas tomadas de la mano como símbolo de protesta, esto se dio debido a que la impunidad para esta valiente madre no es una opción. A su lado la acompaña Yuri Neira, el padre de Nicolás Neira y una víctima más del abuso de poder de la fuerza pública en las manifestaciones, además de sus seres queridos, su colectivo de abogados y las cámaras que captan un momento con fervor y emotividad.

 

Las gotas de sudor caen por su rostro y su piel se enrojece ante los medios de comunicación con el paso de las horas, mientras todos visualizan el momento en el que Ana Benilda toma las cadenas por su cintura y cierra un candado azul rey, como el color de su bufanda, su prenda favorita, pues en todas las entrevistas se presenta con una alrededor de su cuello. 

 

Ana Benilda posaba una gran pancarta con una ilustración del rostro de Óscar Leandro en vida. Entre las grises paredes de la Fiscalía General de la Nación, resalta la imagen de un joven de cabello crespo, mirada profunda y una fe intacta por la lucha de sus derechos como colombiano, además de grandes letras que sobresalen por debajo de su rostro con la frase: ¡Óscar Salas vive! Entre gritos, al unísono se escucha a los participantes del plantón decir: ¡Policías asesinos! ¡Policías asesinos!, mientras sobresale la voz de una madre que expresa sus peticiones ante los periodistas y camarógrafos presentes:

Archivo sonoro extraído de: EL MACARENAZOO

Tras seis años de impunidad Ana Benilda Ángel expresa su dolor como madre
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Al caer la tarde, luego de una larga jornada de nueve horas de plantón en las escaleras de la Fiscalía, una mujer de cabello largo y oscuro se acerca a Ana Benilda y le pide entrar para escuchar sus peticiones, el rostro de ella cambia por completo y todos los presentes exteriorizaban conmoción en sus rostros. Sorprendentemente, después de seis años de la muerte de Óscar Leandro, su madre logra llegar a un acuerdo en el que se reabre el caso y se le asigna un nuevo fiscal. Fue así como el propósito de esta madre, se enfoco en visibilizar la muerte de Óscar y no dejarla en el olvido. El aguante se convirtió en el arma más poderosa en la búsqueda de la verdad y justicia.

En el diario de una madre, este día pasaría a ser la victoria más grande en seis años. Al poco tiempo de la apertura del caso, Ana Benilda declara que recibe amenazas a través de llamadas telefónicas, el terror invade su mirada cuando un día común, la profesora de su hija menor le informa que un hombre pasó a recoger a su hija al colegio haciéndose pasar por un familiar. El propósito se desconoce, pero Ana Benilda empezó a temer por su vida y la de sus seres queridos. Debido a este acontecimiento desde la lejanía sigue esperanzada de recibir algún día respuesta. Aunque ahora, con el orgullo de saber que su hijo no fue olvidado y que “¡Óscar Salas, vive!". 

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Archivo fotográfico extraído de: Colectivodeabogad@s

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Archivo extraído de: EL MACARENAZOO

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